10 pasos prácticos para implementar la innovación social
La Comisión Europea, enmarcada en su Estrategia Europa 2020, lanzó en el año 2010 la iniciativa emblemática “Unión por la Innovación”, en la que la “Apuesta por la Innovación Social” se menciona como elemento clave. Dicha iniciativa define el concepto de Innovación Social de la siguiente manera:
“La Innovación Social consiste en encontrar nuevas formas de satisfacer las necesidades sociales, que no están adecuadamente cubiertas por el mercado o el sector público… o en producir los cambios de comportamiento necesarios para resolver los grandes retos de la sociedad… capacitando a la ciudadanía y generando nuevas relaciones sociales y nuevos modelos de colaboración. Son, por tanto, al mismo tiempo innovadoras en sí mismas y útiles para capacitar a la sociedad a innovar…”.
INNOVATION UNION (European Commission 2010/10/6)
Desde entonces, la Comisión ha promovido la innovación social a través de varias iniciativas y ha realizado análisis de los factores y elementos que mejor funcionan utilizando ejemplos de programas reales financiados con recursos europeos.
La Comisión Europea, a través de la D.G. de Política Regional y Urbana y la D.G. de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión, publicó en febrero del 2013 una Guía para la Innovación Social.
Este documento se enmarca en el contexto de la estrategia Europa 2020, y viene a sistematizar un conjunto de lecciones aprendidas que serán de utilidad para ajustar las políticas de financiación públicas en el nuevo marco de financiación europea 2014-2020.
Estos son los 10 pasos prácticos para implementar la innovación social en el sector público
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Aprender sobre innovación social y unir piezas. Liderar no quiere decir asumir íntegramente la toma de decisiones sobre un programa. Las instituciones públicas deben conocer el enfoque basado en la innovación social y tener la capacidad para ponerlo en práctica en un contexto concreto. Para ello, se recomienda conocer la realidad y la dinámica social de un territorio, implicar a agentes clave, líderes comunitarios y ponerlos en contacto con personas expertas. Posteriormente, este proceso se abre al conjunto de la comunidad para debatir las mejores propuestas.
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Definir la táctica y cómo llevarla a la práctica. Etapa dedicada al establecimiento de criterios de evaluación de las fases del programa de trabajo. Estas evidencias deben ser coherentes con la lógica de la innovación y la mejora continua. Puede requerir la mejora de las competencias del equipo técnico de las instituciones implicadas (formación, capacitación).
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Partir del conocimiento en profundidad del contexto. Se trata de anticipar las tendencias o desafíos futuros a los que se puede enfrentar la comunidad, e integrar este conocimiento en el quehacer de las políticas públicas y del desarrollo socioeconómico de la región. Crear un listado de potencialidades de la zona por muy pequeñas que parezcan.
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Priorizar y seleccionar la estrategia. La comunidad debe asumir la innovación social como una de sus prioridades, que deben estar claramente definidas, presupuestadas y formar parte de la agenda sociopolítica de la región.
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Desarrollar herramientas de colaboración con el tejido social. Este apartado concentra sus esfuerzos en transmitir competencias a la ciudadanía y sus entidades para apropiarse de la lógica de la innovación social, por ejemplo, aprendiendo cómo hacer sostenibles sus iniciativas ciudadanas, cómo promover coaliciones comunitarias, o cómo rentabilizar socialmente iniciativas de auditoria social a institución.
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Promover plataformas abiertas hacia la innovación. Parte más organizativa del plan de trabajo, dedicado a la definición compartida de una hoja de ruta que oriente las actividades de los diferentes actores sociales participantes, sin perder de referencia los objetivos previstos. Compartir una visión y un estilo de gobernanza son aspectos claves en esta fase.
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Desarrollar recursos donde incubar la innovación social. Una vez se han creado las condiciones necesarias, la comunidad está “preparada” para co-gestionar un proceso de innovación que incida tanto en la mejora de políticas públicas, en la creación de nuevas empresas (o mejora de las existentes) y en la dinamización de la participación ciudadana.
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Crear laboratorios e infraestructuras para la innovación social. Definido el proyecto piloto o experimental, es la parte más visible del proceso, donde se crean estructuras, parques tecnológicos, nuevos modelos de negocio desde una nueva dinámica de participación. Los campos de intervención son diversos. Puede tener impacto en la regeneración empresarial de una zona, el diseño urbanístico, el impacto ambiental o en la prestación de servicios públicos más ajustados a las necesidades de la población.
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Definir la zona económica de trabajo para la innovación. Las propuestas deben asentarse como iniciativas económicas viables. Las autoridades pueden fomentar modelos de negocio sostenible y con base en la innovación social. Pueden crearse zonas de especial protección donde laboratorios experimentales y prácticas empresariales convivan y contribuyan así al desarrollo social de la región.
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Promover un intercambio internacional de prácticas innovadoras. El éxito de estas buenas prácticas reside también en su capacidad para hacerlas evidentes y compartirlas en el marco de otras experiencias a escala internacional. El ciclo del programa se cierra una vez que se valoriza la contribución de la innovación social al conjunto del desarrollo económico y social de la región.